Ferocactus potsii es la viva demostración de que ferocidad y delicadeza son dos características que pueden darse juntas. De hecho, será todo lo feroz que indican su nombre de género y sus pinchos, pero es mas delicado que un pétalo de rosa. Cualquier resto de agua de riego o de lluvia que quede sobre su piel, dejará señal inmediatamente con la posterior exposición al sol (efecto lupa). Fíjense en las flechas rojas de la foto señalando unas marcas, todas producidas el mismo día como consecuencia de un descuido de quien esto escribe.
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De otros ferocactus se dice también algo parecido, pero el único en que he comprobado la certeza de esto es en
F. potsii. Quizás tenga que ver con el hecho de que en comparación on otros congénerres tiene mayor superficie de piel expuesta, ya que en los demás los pinchos son más densos y/o largos y tapan más epidermis. Tampoco descarto que el problema tenga que ver con mi ejemplar, el cual compré ya mayorcito, y que pudo venirme ya “maleducado” en este sentido desde su vivero. Me gustaría conocer la experiencia de otros aficionados que críen este ferocactus expuesto a la intemperie, saber si les ocurre lo mismo o no.
Aunque lo cierto es que los cactus en su hábitat, lo normal es que presenten toda clase de defectos: mordeduras, roturas, etc. Claro que allí, en sus desiertos americanos, no tienen al acecho a los potenciales enemigos que encuentran en nuestras latidtudes (hongos e insectos, sobretodo), que aprovechan cualquier herida para atacar y liquidar al pinchudo inmigrante.
