


Los días transcurrían plácidamente sin otra preocupación que intentar complacer a su dueña que día a día los atormentaba en busca de algún indicio de flor...
Un día, Don Melocactus le dijo a Doña Rhipsalis:
-¡Hey Rhipsy ! ¿no estás cansada de ver siempre las mismas caras a tu alrededor? Helechos, orquídeas, bromelias, rhododendros y todos esos aburridos que aparte del color verde nada tienen en común nosotros ?


-¿Sí? preguntó Doña Rhipsalis...
¡Vaya! ¡qué interesante! dijo, e imperturbable siguió meciéndose en brazos de la brisa mañanera

-¡Psst,psst ! susurró de nuevo Don Melo ¿de verdad no te tienta la idea de ir a ver caras nuevas?
-Mmmmmh... respondió Doña Rhipsalis ¡claro que me tienta pero es que me da muuucha flojera moverme de aquí!
¡Además, imagínate! Para tí es muy fácil, sólo tienes que dejarte rodar cuesta abajo, en cambio yo ¿cómo hago para moverme de aquí? : mira, tengo mis raíces firmemente adheridas a las ramas: habría que romperlas!



-Bahhh! no seas cobarde, " Paris bien vale una misa"...¡vamos, anímate Rhipsy! incluso nos podemos llevar a nuestros hijuelos a cuestas para que ellos también conozcan nuevos horizontes....

¡Bueno! suspiró doña Rhipsalis, ante semejante insistencia


Y así, los días siguientes transcurrieron en medio de los preparativos: don Melo fue despegando cuidadosamente y una a una cada raíz de doña Rhipsalis

Muy temprano en la mañana emprendieron su camino en medio de la neblina


Les esperaba un largo viaje

Hacia donde se dirigirán? ¿Cuál será su destino?


No se pierda el próximo capítulo ... algún día a cualquier hora
