Me sorprendió una flor de Selenicereus abierta, allí, en un rincón, temblando por acción de la brisa marina (eran las 21 h.), que se me antojó por un instante una amenazadora y gigantesca araña. Aaaaaaay!
Había visto evolucionar su barbudo capullo dia a dia, pero últimamente me había olvidado de ella, y de ahí la sorpresa y el susto, que pronto devino en súbito enamoramiento. (Llamé a todo el mundo a que viniera a ver el espectáculo; incluso se apuntó un vecino bastante plasta).
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1-Admirable exactitud la del reloj interno de estas plantas!
2-La sequía en floración que he padecido se debe, sin dudas, a las exigencias en abono de esta especie, que, con permiso de G. Clooney, parece decirnos aquello de :
-¿No abono? No party!
3- He leído por ahí que sus flores son perfumadas y huelen a vainilla. Las mías, sin embargo, “na de na”. ¿Os pasa igual?
